“Vigilancia estática” es el término técnico de “esperar un montón de horas dentro de un coche”. Los detectives sabemos un rato largo de eso.
Como detectives privados muchos pueden ser los tipos de encargo que conllevan largas esperas dentro de un coche. Desde ver si dos amante mantienen un encuentro fugaz en la casa de campo de uno de ellos, dentro de una investigación de infidelidades, a comprobar cuantos camiones de reparto entran en un determinado establecimiento de lavado de autos, en una investigación empresarial.
Hoy no vamos a referirnos a la técnica (o estrategia) precisa para cada tipo de investigación sino a unos cuantos conceptos globales y, como es habitual, a una serie de consejos para los más nuevos en la profesión.
Objetivos generales
Mantenerse alerta
A nivel teórico todos sabemos que resulta fisiológicamente imposible mantener la atención de manera concentrada en un objetivo durante más de 45 minutos, en especial si “no ocurre nada”. El saber que es imposible, por supuesto, no impide que lo intentemos una y otra vez.
Esta limitación resulta un problema cuando nos han contratado para una vigilancia de 8, 10, 12 horas e incluso más. Vamos a ver si juntos encontramos una solución válida para este problema.
Y mantenerse en condiciones óptimas para actuar
Las largas esperas pasan factura. Tras 3 o 4 horas metido en un coche sin moverte tu cuerpo ya no responde como debiera. Las articulaciones están entumecidas y tu mente, si no le has puesto remedio, divagando en el éter de las ensoñaciones.
Esto no sale en las películas, ¿verdad…? Pues es así.
A grandes males mediocres remedios
Control racional de distracciones
Si no podemos para la ola, vamos a intentar surfearla. Si es imposible concentrarse durante 8 horas en una puerta por la que no sale nadie, vamos a intentar establecer un control sobre esas distracciones que nos permita ser efectivos en nuestro trabajo. Es decir, controlar esa dichosa puerta sin acabar en el psiquiátrico.
Antes de entrar a trapo comentemos un par de conceptos teóricos:
¿Cómo funciona la atención?
La manera más visual de explicarlo es imaginando un foco en un escenario donde actúa un mago. Como en el caso del mago, el fastidio es que “lo importante” a veces ocurre lejos del foco de nuestra atención.
Los humanos tenemos un solo foco y solo podemos enfocarlo en una dirección. O nos centramos en una cosa o nos centramos en otra. Eso no es muy bueno, ¿verdad?
Por suerte el foco no es siempre igual de ancho. A veces el foco es un puntero laser y en otras es una bombilla sin pantalla que medio ilumina todo lo que tenemos delante.
La amplitud del foco la regula, entre otros factores, nuestra concentración. Cuanto más concentrados estamos en una materia, más se estrecha el foco de nuestra atención. En cambio, si estamos solo “medio concentrados”, cualquier cosa bastará para distraernos.
Un ejemplo claro de la variación en la amplitud del foco es el movimiento. Cuando andamos no somos tan conscientes de lo que hay a lo lejos como cuando estamos parados puesto que tenemos nuestra atención centrada en no tropezar y en los coches o personas que se nos puedan cruzar por los lados.
Esto puede ser malo, pero también puede ser bueno, como ya veremos.
Actividades en paralelo, ¿dos cerebros?
Alguno pensará… “pero si yo conduzco, mastico un chicle, escucho la radio y pienso en lo que haré al llegar a casa, todo a la vez”. Pues sí y no. Nuestro “segundo cerebro” se encarga de realizar un montón de actividades que no necesitan concentración en modo automático.
No conduces tan suelto cuando lo haces con un coche distinto al tuyo y un embrague delicado. Entonces en cada semáforo o atiendes a la radio o calas el motor.
¿Y a qué viene todo esto?
Basándonos en estos dos conceptos podemos concluir que, si durante la vigilancia realizamos una segunda actividad que no requiera mucha concentración o que controlemos que esa concentración no se nos vaya de las manos, podemos “distraernos” sin llegar a perdernos nada importante.
Todo esto resulta más evidente cuando se trata de sentidos distintos. Es muy sencillo mirar y escuchar la radio, pero…
¿Podemos wasapear y mirar una puerta?
A simple vista diríamos que no pero hay una habilidad de la que aún no hemos hablado y que resulta imprescindible para un buen detective:
La visión periférica
La visión periférica es lo que nos permite darnos cuenta, a un nivel no muy exacto, de que “algo pasa” fuera del foco central de nuestra vista. En nuestro caso es lo que nos permitiría consultar el twitter en el móvil y, a la vez, ser conscientes de que “en esa puerta sigue sin pasar nada”.
No eres consciente de detalles como el color de la puerta pero sí del movimiento. Al fin y al cabo, el movimiento es de lo que más llama nuestra atención.
Lo mejor de la visión periférica es que es una habilidad, y como tal puede (y debe) ser entrenada. No todo el mundo nace con la misma destreza, pero todo el mundo puede llegar a tener una habilidad más que decente con un poco de esfuerzo.
Ejercitar la visión periférica es algo en lo que todo detective debe invertir parte de su tiempo y resulta realmente sencillo. Basta centrar la vista en un punto, como pueda ser un televisor, e intentar ser consciente de lo que pasa a tu alrededor. Practica y verás.
A lo práctico
Puedes escuchar la radio tranquilamente, consultar los WhatsApp y ver qué ocurre en el mundo en twitter de manera sencilla, siempre que no pierdas el norte.
Otras cosas, como leer ebooks o incluso escribir posts, requieren un esfuerzo consciente en no concentrarse demasiado. Evaluar si tienes el suficiente autocontrol y la suficiente pericia en tu visión periférica para hacerlo dependerá de tu criterio.
Nota: Ninguna puerta ha dejado de ser controlada durante la elaboración de este post. Al menos eso espero.
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