¿Qué le voy a decir yo a quien lleva en esta profesión un lustro o una década? Sí, sí, el título lleva a engaño: esto va también para compañeros nuevos, sea cual sea su edad.
Y es que ser detective requiere de una diversidad de habilidades que, vistas desde fuera o en los inicios, pueden parecer inabarcables: hay que deshacerse de la sensación de sentirse vigilado, dominar la conducción con soltura, perder la timidez o la vergüenza ante los extraños, saber cuándo (y cuándo no) la lógica es una herramienta inestimable para calcular paraderos o direcciones que ha podido tomar una persona cuando le has perdido la vista; por no hablar de la edición de vídeo, el propio dominio de la cámara, Photoshop –nada de añadir o quitar: la mayoría del tiempo para mejorar la calidad de la imagen-, escritura de informes, búsqueda en redes… Y paciencia. La más importante de todas.
¿Qué tiene de bueno ser nuevo?
El nuevo siempre paga un poco el pato, sean empresas pequeñas o grandes. Asume lo siguiente y te irá mejor en los próximos meses: es probable que te toquen casos, si no ridículos, sí más rutinarios, sencillos o poco desafiantes. Vienes de la universidad cargado de expectativas (que bien han podido destruir, y bien habrían hecho, los profesores) acerca la trepidante vida del detective, pero pronto vas a descubrir que las investigaciones son mucha parte de esperar, un poco de seguir, y todavía menos de grabar. La adrenalina saltará casi siempre en el momento de sacar la cámara: ¡cuidado! Parece una tontería, pero ensaya cómo la sacas, dónde la tienes guardada –de miradas indiscretas- y la manera en que grabarás. Eso te ahorrará torpezas e imprevistos: escasa luz, cristal mojado por la lluvia, malos ángulos…
Vaya, y esto iba de las bondades: pagado el pato, lo bueno que tiene ser nuevo es que puedes cometer errores y no asumir que eres malo en ello. Una vez pasen unos años, habrá casos en los que los errores sean asumibles, pero en otros podrán constituir la pérdida de las pocas opciones que había de pillar a alguien in fraganti, ya sea por fechas límites o por tratarse de actividades muy limitadas en tiempo y espacio. Al principio, eres el nuevo, no pasa nada… No se te perdona todo, pero, la vida sigue. Luego, el primero en señalarte serás tú mismo.
Supongo que sucede en todas las profesiones con este carácter de caso y oportunidad.
Detective sólo se es a base de errores.
Sin ánimo de que esto se convierte en una entrada motivacional, ser nuevo te permite aprender mucho. Con esta profesión, es una oportunidad para convertirte en una persona más versátil, no ya en lo laboral, sino en lo personal y social: cargar camiones cuesta, pero sólo ejercitas unos cuántos músculos y para casa. Ser detective supone entrenarse socialmente, tanto para ser invisible, como para interpretar mil y un papeles. Te puede obligar a tener que correr detrás de alguien, literalmente, o darte un buen paseo por la montaña (o la playa), así como salir de fiesta y acabar a las tantas.
Son elementos bonitos en una medida justa. Si algo malo tiene ser nuevo, no importa si vas por tu cuenta o trabajas para otra persona, es que no tienes ni idea de cuál es esa medida, y tendrán que pasar varias investigaciones hasta que te des cuenta dónde están tus propios límites. ¡Eh, mira, otra ventaja!
¿Qué tiene de bueno ser joven?
Ser joven ofrece muchas más ventajas. Nos permite aguantar más y ser más pacientes, algo que se va perdiendo con la práctica, lo creáis o no: no se trata de una pérdida de paciencia general, sino que acabas por detectar ciertas señales con las que distingues si una persona no va a volver a salir de su casa, o no se va a mover del lugar, y que te hace preguntarte si es necesario seguir allí. Sí, lo es. Esas señales suelen ser traicioneras. Se basan en sesgos que la impaciencia alimenta.
¿Qué hace alguien como tú en un lugar como este?
Además, a los jóvenes parece que se nos permite más ocupar lugares públicos sin que parezca que hagamos nada, como estar sentados viendo a las palomas comer; y nuestro aspecto, a veces con una mochila que nos confunda con universitarios, levanta pocas sospechas. Claro está que el contexto es clave: en un barrio marginal es probable que cantéis como loros con un libro en las manos, pero lo cierto es que aprender a mimetizarse no es complejo, y no requiere un gran fondo de armario.
Esa es otra ventaja relacionada con el aspecto juvenil: quitando el hecho de que nuestro armario puede ser más variado, no parece resultar extraño ver a una persona joven vestida de según qué maneras, mientras que alguien que supera los cuarenta sí puede llamar la atención con algunos atuendos.
Todo esto os puede parecer, si no prejuicioso, al menos bastante inespecífico, pero es que al adentraros en un nuevo contexto donde deberéis pasar los siguientes días de la manera más inadvertida posible, las personas que os cruzaréis funcionan con una serie de heurísticos: si conseguís adaptaros a ellos, a esos prejuicios o reglas de lógica básica, normalmente pasaréis desapercibidos y vuestra presencia no será sometida a un análisis más profundo que indague en quiénes sois o por qué estáis ahí.
La juventud nos hace parecer menos culpables ante las preguntas de qué haces aquí en contextos de fiesta, diurnos y nocturnos varios, así como de lugares perdidos donde la única vivienda que hay en varios kilómetros es aquella que debes investigar: he quedado y el GPS me ha traído aquí, y ahora no tengo cobertura… En los otros contextos que he mencionado actúa la misma norma de naturalidad que mencioné antes: se espera de nosotros que estemos en la calle sin más, sobre todo en barrios más marginales, o dando vueltas por la noche.
En definitiva, los hábitos sociales implícitos en general, pero sobre todo, de la juventud favorecen, no sólo nuestra presencia inadvertida, sino nuestro trabajo.
Lo técnico: ¿es tan difícil?
En el apartado técnico, aunque no tendría por qué haber diferencia, quizá nos mostremos más hábiles a la hora de manejar la informática general que hay tras los informes, la edición de vídeo y demás, pues muchos hemos nacido con ese mundo y dominamos el lenguaje. Dicho esto, no me cabe duda de que aquí prima más la destreza, habilidad y perseverancia de la persona que la propia capacidad intrínseca: la desidia a todos nos puede y luego se nota en los resultados. Aquí, por lo general, nadie nos va a corregir los exámenes para mostrarnos dónde nos hemos equivocado. Tendremos que pecar de precavidos y revisar muchas veces, por no contar con un extra de perfeccionismo: los informes no van a misa, pero sí a juicio en muchos casos.
Jóvenes o adultos, todos al saco de los esfuerzos.
No hay manera bonita de decirlo: lleves mucho o poco, te vas a seguir enfrentando a los mismos problemas. Y lo más irónico será que, después de unos años y sobre todo si emprendes, verás que lo más complicado de este trabajo no es el mismo, sino la burocracia que lo rodea.
Mi experiencia es mixta –en cuanto a mejor o peor trato de quien contrata- y no conozco cómo se encuentra el panorama actual en ese sentido, pero mi consejo es que trates de trabajar para otra persona antes de lanzarte a la aventura del emprendedor en España. No sólo aprenderás de ciertos cánones que luego puedes perfeccionar, tanto en seguimientos y vigilancias como en tema informes, sino que te aportará cierta experiencia base para sentirte más seguro en el futuro.
El canto de las sirenas detestivescas.
Como consejo final, te diré que te guardes mucho de cursos y conferencias, sobre todo si no son gratuitas, y con especial atención a aquellas que prometen títulos vacíos o incluso premios, o que celebren cenas o comidas cada poco. Las asociaciones te pueden querer cazar, pues una cuota más siempre es bienvenida, e incluso las habrá que de verdad ayuden, pero sé prudente. Dedicaría más mi tiempo libre a actividades intrínsecas (y que no tienen por qué estar relacionadas con esta profesión) que te permitan liberar la tensión que este trabajo siempre conlleva. Todo esto también va dirigido a aquellos cursos de especialización en áreas que, de base, o no tienen mercado (en general o en tu ámbito de actuación territorial), o son actividades que rozan lo delictivo, o se trata de competencias que no tenemos.
Esto último no es un manifiesto por la limitación del detective: nada me gustaría más que se levantara la veda para la investigación de delitos públicos, por ejemplo. Es un intento de ahorrarte sanciones o frustraciones, así como timos.
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