JFK: Caso cerrado.
El cerebro humano es un órgano creado para recibir información en bruto desde el exterior, procesarla y darle un sentido que nos permita asimilarla dentro de nuestro conjunto de experiencias. Nuestra propia biología nos determina mediante estructuras a qué información atendemos y cual descartamos, mientras que nuestra experiencia va creando una serie de esquemas mentales que nos ayudan a procesar la información a mayor velocidad.
Nuestros esquemas mentales nos permiten ser más eficaces cuando trabajamos siempre con un mismo tipo de información, con una realidad monótona de verdades absolutas, pero a la vez nos ciega ante aquellos datos que son discordantes con nuestros propios esquemas.
No voy a hablar en este artículo de balística, de política internacional, o de si eran 1 o 23 los que dispararon, voy a hablar de lo que, a mi parecer (según mis esquemas) influye en la mayoría de las «teorías de la conspiración».
Empezaré por los principales esquemas que ayudan a crear conspiraciones:
1.- «Hay un orden superior a los comunes mortales». La realidad, o realidades, no es caótica sino que hay siempre un orden superior que podemos o no podemos ver. Nuestro cerebro está biológicamente predispuesto a ordenar, igual que nuestro estómago a digerir, y no puede aceptar el caos completo o la aleatoriedad de los sucesos. Este esquema o estructura mental es el origen de todas las religiones o seudoreligiones (el ecologismo radical, por ejemplo).
2.- «A la gente importante le pasan cosas importantes». No todos somos iguales y esa desigualdad influye en todos los hechos a su alrededor. Cuesta imaginar que Obama o Rajoy puedan mañana morir de una picadura de araña o de un resbalón en la ducha, eso nos puede pasar a ti o a mí, pero a ellos no. Si recibimos alguna información contradictoria con esta teoría soltamos un momentáneo «no somos nadie» y la olvidamos casi de inmediato, sabemos que pasó, pero nunca pensamos en ella.
3.- «Y si no sabemos algo, lo inventamos». El cerebro rellena los huecos que deja la percepción con ideas acordes a nuestros esquemas mentales. Visualizad esto un momento: «Un hombre huye por un callejón tras atracar a una pareja de ancianos». Vuestra imagen del ladrón, del callejón o de los ancianos está creada a partir de vuestros esquemas, no de los datos del texto. Cada uno de vosotros ha llenado los huecos de la información a su propia manera y según sus esquemas. Seguro que más de uno ha imaginado el callejón como un callejón de Nueva York con escaleras metálicas exteriores sin haber pisado en la vida los USA y viviendo rodeado de callejones en todos lados. Otros habrán llenado los datos con experiencias pasadas personales o de personas conocidas.
En base a estos dos esquemas os explicaré, desde mi punto de vista, el enigma de la muerte de Kennedy:
Es aterrador pensar que un desequilibrado con un fusil de 500€ pueda matar a quien, en su momento, era la persona «más importante» del mundo. Eso rompe demasiados esquemas, va contra nuestra «ley natural» mental.
Para los humanos es muchísimo más tranquilizador pensar que hay una organización secreta detrás del asesinato, alguien o algo superior que pone orden y que aunque pueda no gustarnos, está ahí supervisando algún tipo de equilibrio que no llegamos a comprender.
A partir de ahí todo es escoger a nuestro «villano favorito»: la CIA, Fidel Castro, el KGB, la Mafia, el Vicepresidente, los Illuminati, los Masones, Onassis, los extraterrestres del Área 51, Elvis…
¿Por qué nos tranquiliza pensar que una organización oscura dirige el mundo? Porque pensar lo contrario podría suponer que tú o yo con un rifle podemos cambiar el mundo y eso es mucha responsabilidad. Mejor lo dejamos para la CIA.
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