EL DETECTIVE INFORMA: LOS PELIGROS DEL SNAPCHAT PARA MENORES.
Como detectives privados acostumbramos a recibir peticiones de información sobre temas relacionados con las comunicaciones y las nuevas tecnologías. Snapchat es una app que está empezando a causar furor entre nuestros jóvenes y menores prometiendo privacidad y seguridad casi absoluta.
Snapchat es una app de comunicaciones que permite a los diversos usuarios mandarse fotografías entre contactos. Hasta aquí hay 20.000 aplicaciones más destinadas a lo mismo, desde el famoso «WhatsApp» hasta todos los clones que las diversas compañías telefónicas nos «regalan» en nuestros nuevos terminales.
¿Qué distingue «Snapchat» del resto? La supuesta «autodestrucción» del mensaje a los pocos segundos. Al abrir la utilidad, el emisor puede realizar una fotografía con su móvil y elegir a qué contactos la manda. Una vez el receptor recibe la fotografía y la ve, solo dispone de 10 segundos para seguir viéndola, pasado ese tiempo la fotografía desaparece.
La aplicación fue creada, en principio, para que los jóvenes (y no tan jóvenes) pudiesen mandarse fotografías de tonterías sin trascendencia y que éstas no pudiesen ser posteriormente reenviadas sin control. Las típicas fotos de chicas o chicos sacando la lengua a la cámara o de «estamos aquí» con la entrada a una discoteca de fondo.
Entonces, ¿qué peligro conlleva Snapchat?
1.- Dificulta de manera notable el control parental de las comunicaciones de los menores. Sí, los menores tienen también derecho a la intimidad y al secreto de comunicaciones pero los padres no solo tienen el derecho de controlar las actividades de sus hijos, sino también la obligación de hacerlo.
Por supuesto no existen derechos absolutos de ningún tipo, ni por un lado ni por otro y en ningún caso proponemos desde aquí que no se respete el derecho a la intimidad de los menores, pero sí debemos advertir a los padres que, en caso de necesidad, esta aplicación dificultará mucho que puedan ejercer algún tipo de control sobre las comunicaciones de sus hijos.
Ya me veo venir en fechas cercanas un aluvión de llamadas con la solicitud de «¿Ustedes como detectives no pueden interceptar los Snapchats de mi hija?». Mis compañeros detectives saben de lo que hablo. Y no, ya lo adelanto, no realizamos estos servicios. Para los detectives es igual de delito que para el resto de los mortales la interceptación de mensajes confidenciales y conversaciones ajenas, pero con la consecuencia legal añadida de poder perder nuestra licencia.
2.- El peligro para mi más importante: la sensación irreal de privacidad. Pensar que las fotografías que mandamos solo van a tener una vida de 10 segundos y que no podrán ser reenviadas puede llevar a animar a los menores a mandar fotografías salidas de tono a contactos sin pensárselo tanto.
Hoy en día ya se conocen los peligros de enviar fotografías y vídeos de manera incontrolada por la red, ha habido ya infinidad de casos conocidos, como el de la concejala, y los menores están más alertados de lo que pueda parecer. Aun así, estos casos seguirán dándose puesto que tanto adolescentes como enamorados, y no hablemos si se dan ambos factores a la vez, se encuentran inundados de hormonas que les dificultan actuar de manera racional, menospreciando los peligros y las consecuencias a largo plazo de sus actos y tomando decisiones de manera más compulsiva de lo habitual.
Ahora viene el problema. El uso de Snapchat no garantiza que los mensajes no se puedan guardar ni que no puedan ser distribuidos de manera descontrolada. Una simple captura de pantalla o una fotografía de la pantalla del móvil receptor con un segundo móvil o cámara, y Adiós a la «autodestrucción».
En la mayoría de teléfonos Andriod, una captura de pantalla es tan sencilla como apretar a la vez los botones de «encendido» y «volumen abajo». Se oye un «click» y el pantallazo aparece en nuestro album. Bye bye futulidad.
En nuestro país aun no es masiva la implantación de esta aplicación, aunque cada día cobra más fuerza, y, de no hacer anda por nuestra parte, dentro de poco empezarán a aparecer los problemas.
Esta utilidad es un cebo perfecto para pedófilos a la caza de fotos íntimas de menores. Con un perfil falso y sus cuatro discursos de «tu eres especial» conseguirán que los menores les envíen fotografías pensando «total desaparecerán en 10 segundos» cuando eso es completamente irreal.
No solo pedófilos, y enfermos mentales similares, son un peligro. También ex parejas con las que se ha practicado el «sexting» pueden usar las capturas tomadas para chantajear al fotografiado o vengarse de supuestas ofensas.
Hoy en día quien manda una fotografía a través de internet algo subida de tono ya sabe a lo que se expone, o debería saberlo, pero aplicaciones como esta dicen cambiar las «reglas del juego» cuando en realidad el juego sigue igual. No nos cansemos de repetirlo, los que envías por internet pasa de estar bajo tu control a estar bajo el control de otros y las relaciones entre personas no son algo estable.
El que hoy dice ser tu amigo o amiga bien puede mañana ser quien te fastidie la vida.
Contra el mal uso de diversas aplicaciones, al fin y al cabo la función original no es mala, solo podemos luchar desde la información. Hay que formar a padres, maestros y diversos agentes sociales sobre el uso de las nuevas tecnologías para que éstos puedan trasmitir los conocimientos correctos a los menores.
Post citado en artículo de El Mundo sobre los niños adictos al móvil.
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