Fraudes y estafas del S. XXI

A pesar de lo que podamos creer, el fraude y la estafa son actividades muy extendidas entre los españoles (ya, ya, y en todo el mundo), y no es distintivo únicamente de la clase política. Y si bien podríais pensar que poco se puede hacer ante quien está motivado a engañarnos y sacarnos los cuartos, me gustaría lanzar una serie de consejos preventivos y posibles soluciones a posteriori en las que un detective y un buen abogado son compañeros imprescindibles.

A mí no me van a engañar. 

Esta es la primera idea que debes erradicar: suelen engañar al orgulloso, a quien peca de excesiva confianza, al quien se cree invulnerable.

El fraude, como tal, ya no solo consiste en el típico que quiere venderte un adosado sin construir, que financies una empresa inexistente o te insertes en una negocio piramidal para pagarle el sueldo a los de arriba. Aunque siguen existiendo, hoy en día el fraude se ha vuelto todavía más imaginativo para conseguir incluso que parezca idea tuya el hecho de trabajar sin cobrar o pagar insultantes cantidades de dinero por tratamientos fantasma, cursos inservibles o remedios que son de todo menos la panacea.

Ya no solo el Rey de Namibia quiere que le envíes mil euros para asegurar la cesión de su fortuna a (oh, qué afortunado) a ti. No, son cientos los influencers, gurús del trafficking (además de otros neologismos) y las pseudoterapias, que te venden cada día una imagen a la que aspirar para luego venderte el camino para conseguirla a base de cursos, productos y una ideología sectaria que les permita seguir chupando de tu hucha y la de aquellas personas a las que atraigas a la red. 

Junto con estos, han proliferado los ataques de pishing. Os sonarán. Recibís un email o SMS de vuestro banco (o de otro distinto) en el que se os informa de algún problema, brecha de seguridad, etc., y en el que se os redirige a una web (supuestamente legítima) del mismo para introducir vuestros datos y enteraros de qué pasa (o reclamar). En realidad, ese portal es falso y solo estaréis entregando vuestros datos a desconocidos. La mejor manera de saber si pasa algo con vuestro banco, ya os lo adelanto, es llamando o contactando con ellos a través de email (de su verdadera web) o Twitter. Este práctica es común en falsos concursos y sorteos. Dudad si no conocéis bien a la entidad que sortea y, sobre todo, evitad dar el número de tarjeta (que tenga que decir esto…) y fecha de nacimiento.

Consejos pre-fraude.

Sospechad de esos emails y SMS que os comento. A no ser que hayáis señalado esa casilla, vuestro banco no os dirá nada a través de esos medios, sino que os llamarán. De todas formas, quizá es momento de actualizarse y utilizar las Apps que nos ofrecen estos y que nos permiten gestionar nuestras cuentas y, sobre todo, comprobar si ha habido algún movimiento raro. Normalmente, si tu cuenta ha sido bloqueada puede saberse si la App te permite o no acceder a la misma.

En cuanto a otro tipo de fraudes más sutiles, esos que conllevan cursos, másteres, seminarios, habilitaciones, etc., una forma de saber si son legítimos y no meros sacacuartos es que los promueva una institución oficial (del Estado). Mejor si es una universidad, que suele aplicar ciertos filtros. Eso no quita que a veces se cuelen cosas extrañas y, sobre todo, que el hecho de ser legítimo no quita que sea también un sacacuartos. Pero solo hay que ver lo que cuesta un año de universidad promedio (entre 800-1000€) frente a cursos ad hoc de una habilitación o profesión de la que jamás habías oído hablar, pero que ahora es la panacea: raro es que baje de los 3000€.

Ante estos últimos fraudes, las barreras a interponer son más del tipo psicológico: suelen utilizar contigo las mismas tácticas que los servicios telefónicos, las ONGs y los comerciales: te venden que no puedes vivir con ello, que sin ello no serás de ese tipo de persona hecha de pasta especial, que estás desaprovechando una gran oferta, que quizá no tienes lo que hay que tener, etc., llevando al extremo estas lógicas una vez estas dentro: si no estás con nosotros, estás en contra, creando un sentimiento de comunidad que perpetúe tu continuidad y la falta de crítica al sistema. Si quieren venderte un producto real, por lo general nunca serán tan agresivos. Por lo general, es la falta de un producto real lo que motiva este tipo de tácticas. Al final, te venden cuatro clases de falsa auto-ayuda, meritocracia y chorradas para asegurarse que si no funciona (no has sanado o ganado dinero), pienses que ha sido por tu culpa. Por lo tanto, si huele a moralismo o meritocracia, mejor que lo huela bien lejos de ti.

En el caso de las pseudo-ciencias (y los conspiranoicos, que también te acaban vendiendo algo), han aprovechado el clima actual de desconfianza en las instituciones, de incertidumbre general, para cuestionar toda verdad y «discurso oficial» con el mismo mensaje de «si no estas con nosotros, eres enemigo», «deberías leer más/tener la mente más abierta» o apelando a tu falta de inteligencia, lucidez, etc. Al final, su principal argumento no es uno basado en el contenido de la discusión, sino que casi siempre se torna personal en dirección del que cuestiona la versión del conspiranoico/pseudocientífico. Sí, es probable que puedan contarte una compleja trama conspirativa que incluye incluso a tu cuñado, o que se remitan a sabidurías ancestrales que, por viejas, ¿cómo no van a tener razón? Yo acabaría la frase con: ¿cómo no van a tener razón si ignoran la ciencia y la medicina de los últimos siglos? En cuanto a las teorías de la conspiración, complejidad no es sinónimo de verdad o garantía de certeza, sino de «difícil de probar «, que es justamente lo que no hacen: aportar pruebas fehacientes.

Consejos post-fraude.

Ya te han engañado. En el curso no te devuelven el dinero incluso después de tratos denigrantes y que rozan el acoso, o después de comprobar que sus contenidos son refritos de Wikipedia o clases sobre auto-ayuda más que sobre el temario que toca; o la pseudo-ciencia no ha tenido ningún efecto, lo ves con claridad y te sientes estafado; o has dado tus datos a desconocidos y ahora surgen gastos en Mozambique cuando tú no has salido de Cuenca en tu vida.

En estos últimos casos es tan sencillo como cancelar la tarjeta y, con suerte, anular esos gastos. En otros, probar un maltrato psicológico, una estructura piramidal (e ilegal), el fraude en sí (de esa gestión, del curso, de la supuesta terapia), pero, sobre todo, demostrar la intención fraudulenta del o la vendehumo, puede tener su peso en un juicio, al menos para la devolución de lo invertido o quizá para evitar que engañe a más gente.

Para ello, un detective puede hacerse pasar por un ingenuo cliente de cualquiera de estos servicios, cursos o terapias, así como también infiltrarse en su estructura (porque muchos adquieren ese carácter sectario que lo permite y cuya perspectiva única es la que evidenciará la intención de sus autores). El objetivo es mostrar con material gráfico y descriptivo que ese proceso (secta empresarial, curso fraude, terapia engañosa, etc.), existe, que se dan una serie de comportamientos (acoso personal, coacción, manipulación psicológica, venta de producto ilegal, venta de servicio no acreditado…), tratar de dilucidar si el vendedor es consciente de ello y probar una habitualidad en ello, así como un beneficio económico considerable. 

Sobra decir que este tipo de servicios de detective son también útiles para empresas legítimas cuyo nombre (o sector) se ha visto denigrado por culpa de la mala praxis y la competencia desleal de los estafadores.

Hay de quien fiarse en el mundo, pero tampoco peques de ingenuidad.

Solo hay un tipo de persona de la que no debes fiarte: del político. Esta es tan solo una broma, pero es cierto que la mayoría de los partidos, sobre todo las ideologías más extremas, han empezado a utilizar (ahora más que nunca) tácticas marketinianas y de manipulación psicológica para «ser de los nuestros o ir en nuestra contra», cuando la política debería ser un proceso de debate y confluencia de perspectivas que traten de llegar a un punto en común. No una batalla campal previa a una guerra civil. No se trata solo de adquirir una posición de equidistancia, para aquellos que le puedan tener tirria a esa palabra, sino de paralaje: asumir que dos posiciones (o más) pueden coexistir por cuanto quienes las sostiene vienen condicionados por sus propias circunstancias y creencias. ¿Por qué todo este rollo? Porque los primeros estafadores que tratarán de venderte su producto (uno que te tragarás cuatro años) son los políticos. Este producto, además, va a condicionar toda tu vida durante esa etapa, ya sea en materia laboral, social y económica.

También lo digo porque creo que es momento de relajar la tensión.

El mejor consejo que puedo darte en general, ante cualquier duda, es que la mejor manera de no quedar como un primo es justamente haciendo aquello que nos han enseñado que no deberíamos hacer para «parecerlo»: ¡pregunta!

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